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vampiros

El vampiro es una figura universal que apareció en el devenir natural de la vida. Existen pocas evidencias que sugieran que el vampiro apareció en un tiempo y en lugar determinado y que se esparció alrededor del mundo a partir de una fuente primaria. Obviamente, debido a los contactos tan limitados entre culturas tan diferentes, las leyendas vampíricas difieren significativamente entre ellas.

Sin embarco, el concepto tradicional del vampiro se asocia con la visión de las sociedades del Este y el Sudeste de Europa. El razonamiento que transciende esta idea es que, mientras que la percepción moderna se deriva de la literatura popular y el cine, esa percepción proviene, de hecho de las historias balcánicas tradicionales sobre los monstruos.

El vampiro lleva ya un largo recorrido hasta llegar a nuestros días, ya que, desde la antigüedad, tanto el folclore como la literatura han abordado la temática vampírica. A través de las distintas culturas, se ha establecido un diálogo , adaptándose a la mentalidad de cada época.

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Debido a su asociación original con el mal, la enfermedad y la muerte, es sorprendente que la criatura vampírica haya ganado la posición que ha adquirido en la sociedad actual. De hecho, nuestra fascinación por algo que en el pasado fue temido parece indicar que la presencia del vampiro en la actualidad no se ha desvanecido.

Para desvelar el misterio de tal atracción, debemos entender la naturaleza del vampiro. Ello requiere un recorrido en torno a sus representaciones a través de la mitología y la historia. La imagen que conocemos hoy procede del vampiro literario inglés, el cual tiene sus orígenes en las tradiciones eslavas. Puede afirmarse, como base de la presente premisa, que el vampiro es un cadáver revivido que vuelve a este mundo durante la noche para acechar a los vivos.

Orígenes del vampiro

vampiros 3

Históricamente, muchos grupos minoritarios han sido temidos y, consecuentemente, oprimidos por los sistemas hegemónicos. Sin embargo, ¿ a quién representa el vampiro, a los perseguidos o a los perseguidores? El misterio del vampiro continúa siendo terrorífico y está aún por comprender.

Podemos definir los vampiros – también llamados upiers o vampirros de occidente; brucolacos en Medio Oriente y katakhanes– como hombres muertos y sepultados que regresan hablando, caminando, infectando los pueblos, maltratando a los hombres y a los animales y, sobre todo, sorbiendo su sangre, debilitándolos y causándoles la muerte.

Aquellos que mueren por su causa se convierten a su vez en uno de ellos. Nadie puede librarse de su peligrosa visita si no es exhumándolos, cortándoles la cabeza, arrancándoles el corazón o quemándolos. Esta costumbre de quemar los cadáveres- o parte de estos- para destruirlos por completo arraigó de manera más tardía.

Cada sociedad anterior a la cristiana que ha poblado la tierra ha tenido alguna versión de los cuentos legendarios de vampiros como parte del repertorio de sus conocidos cuentacuentos. Pero en realidad, ¿ de donde vienen? ¿ Existe algún hecho que sustenta estas historias acerca de seres terribles que chupan la sangre?

Los primeros Vampiros se asocian con deidades femeninas, Kali, Ishtar, Isis, Cibeles. Sin embargo, estos seres no eran llamados vampiros, eran las deidades de la muerte, la guerra, el mundo subterráneo… Existen numerosas pruebas sobre mujeres semejantes con terribles poderes de seducci´n, remontándose hasta las diosas del amor oscuro: Ishtar, Astoreth, Astarté, muchos nombres para la misma fuerza terrible en el amor.

Existen diosas coléricas, como los ejemplos que se encuentran en la cultura tibetana, diosas que además se representan con el color rojo. El ciclo que representaban era el del nacimiento, la muerte y la vuelta a nacer. La sangre, el símbolo de la vida y la muerte, era su dominio. Aunaban la idea de la vida y la muerte, era su dominio. Aunaban la idea de la vida y la muerte, la mortalidad y la inmortalidad.

lilith

En la tradición judía, el vampiro era Lilith. Fue condenada a convertirse en un demonio femenino que seducía a los hombres extrayéndoles su vida y fuerza, y trayendo a la vida más demonios para que poblaran la tierra y aterrorizaran a los hombres. En la tradición cristiana, Eva es la que tienta al hombre, siendo culpada no sólo de la caída de Adán, sino de la destrucción del paraíso. En todo caso, nunca llegó a alcanzar la reputación tan negativa de Lilith.

Lilith es un demonio que merece una atención especial, porque, en cierto sentido, sirve de lazo de unión no solo entre la demonología de la antigua Babilonia y la judía, sino también entre la judía y la cristiana. Su historia es una mezcla curiosa de cruces culturales, superstición y tradición.

Lilith llega al mundo bíblico procedente del mesopotámico ( allí era conocida con el nombre de Lilitu, la diosa serpiente sedienta de sangre y autóctona de Babilonia). Normalmente, Lilith es contemplada siendo un súcubo sumerio. Y, de hecho, existía tal criatura en la Babilonia sumeria que seguramente tuvo su influencia en la concepción hebrea de Lilith.

Este ser fue conocido como el Ardat Lili. Ardatu era un término que describía a una mujer joven en edad para casarse. Así, el Ardat Lili era un espíritu joven femenino, un súcubo demoníaco poseedor de cualidades estrictamente nocturnas. Causante del despertar y de ser paralizado por una fuerza no visible, también le fue atribuido el provocar sueños eróticos, robando el semen del hombre y su vitalidad espiritual.

Es también interesante el notar que la palabra sumeria para » juguetona» era también Lulu, la palabra para lujuriosa era Lalu; además, la misma palabra para mal era Limmu: esto tiene una obvia relación con Lili( y Ardat Lili específicamente, no solo en la similitud de pronunciación y escritura, sino también con el significado de las palabras).

Lilith, figura alada, de cabellos largos y revueltos, posee un cuerpo desnudo que a veces acaba en forma de serpiente; libidinosa con los hombres, suele arrancar a los recién nacidos de las madres para beber su sangre, comer su carne y sorber la médula de sus huesos. Lilith tenía la posibilidad de matar, succionando la sangre a todos los niños concebidos de forma pecaminosa. Esta historia es la causa de que se considere a Lilith como el primer vampiro.

En los escritos de las más antiguas civilizaciones – babilonios y semitas-, hallamos vestigios de muertos alimentándose de los vivos. La creencia de este ser prevalecía en Babilonia y en Asiria, donde se mantenía que los muertos podían aparecer de nuevo sobre la tierra y buscar sustento a costa de los vivos.

La creencia se encuentra, con toda probabilidad, unida a la teoría casi universal de que la transfusión de sangre es necesaria para la vuelta a la vida:

«» El nacimiento del primer vampiro, de acuerdo con una antigua leyenda, se debió a un sueño que tuvo Adán antes del nacimiento de Eva. En el transcurso del mismo deseó intensamente una compañía femenina y se sintió repentinamente satisfecho… En el momento que este germen de desesperación encontró un cadáver, surgió el primer vampiro ( Robins, 1997,p.5)

Ejemplos de vampiros como un símbolo de las leyendas se pueden daar incluso desde la antigua Asiria, donde ciertas excavaciones los han desenterrado representados en vasijas, incluyendo un grabado donde aparentemente se observa a uno copulando con un hombre. La idea del vampiro como un símbolo sexual perverso es innata a este ser ( la asimilación con los íncubos y los súcubos no es ajena a esta idea). La tradición asiria era considerable, debido en parte al complejo sistema concerniente a su jerarquía de espíritus, particularmente los malignos. Había varias clases de vampiros asirios.

No en vano, fue en Asiria donde se descubrieron los primeros escritos sobre los undead. Además, Summers ( 1991) diserta sobre el vampiro en Asiria de manera concienzuda.

El imperio de la antigua Mesopotamia ( junto con Babilonia) es considerado por algunos como el lugar de nacimiento del vampiro tradicional. Los escritos mesopotámicos indican que existió una mitología muy elaborada, poblada por una legión de deidades. Sus habitantes invocaban a sus dioses protectores más para alejar a los espíritus que por pura adoración. Las personas solían culpar a dos clases de engendros, Utukhu y Maskin ( seres muy similares, visualmente, a los vampiros) de las enfermedades y las pestes. Existían, igualmente, las huestes de Alal, vampiros de aspecto horripilante.

Estos seres también pueden ser considerados como antecesores de los revinientes debido a las coincidencias en su aspecto y costumbre, e incluso puede que se trate de auténticos vampiros, cuya imagen nos ha llegado deformada hasta nuestros días, en virtud de la diferencia cultural entre nosotros y nuestros ancestros. Los demonios que aterrorizaban a los babilonios aparecieron de nueva más tarde, aunque de forma algo alterada en las tradiciones de Siria y Palestina.

Otros citan Egipto o la India como la posible fuente de su origen. El antiguo Egipto desarrolló una visión de la muerte y de la vida después de la muerte muy rica y compleja. El concepto totalmente constructivo de la vida eterna y las exuberantes ofrendas donadas a los muertos protegía a los egipcios( o eso creían ellos ) del terror y el horror concerniente a la muerte.

Otro aspecto de la creencia egipcia era el ka, la entidad astral que acompañaba a todo ser humano mientras durara su estancia en la tierra. El ka guiaba a la persona mientras permaneciera viva, pero se convertía en un ente poderoso al llegar a la tumba, guiando entonces al alma, el ba o khu, hacia la eternidad.

El principal objetivo de este pueblo era mantener el ka en la tumba con ofrendas. Muchos escritores han establecido las leyendas vampíricas en este escenario; el ejemplo más conocido es Anne Rice con The Queen of de Damed ( 1988), donde el rey y la reina de los condenados se ubican en Egipto. peter Tremayne, en The Revenge of Dracula ( 1978), constituye a Drácula como un ser que pertenece a un culto antiguo de inmortales, el culto egipcio de Draco, que adquiere poder mediante la vida eterna.

En Egipto encontramos, además, una serie de divinidades que también recuerdan al vampiro actual, pues se alimentaban de corazones de los vivos y tenían un aspecto horrible. Los egipcios temían a un pájaro bebedor de sangre, al que consideraban la reencarnación de un inocente ajusticiado, que había adquirido esa forma para atacar durante las noches a los hijos de sus enemigos.

En el Libro de los muertos encontramos múltiples alusiones al regreso de los no muertos, junto con el archiconocido mito de Osiris, el dios de los muertos que fue asesinado y enterrado por su malvado hermano Set, siendo luego resucitado por su esposa Isis Hator, viviendo así eternamente.

Sin embargo, la imagen que la mayoría de la gente tiene cuando se menciona a los vampiros es una muy cercana al personaje de Bram Stoker ( 1847-1912), y no un espíritu. Este tipo de vampiro es conocido como nosferatu, , El vampiro conocido en Rumanía como noferatu está asociado a un vampiro bebedor de sangre que poseía la capacidad de mantener relaciones sexuales con los vivos. Una persona estaba condenada a convertirse en un noferatu si él o ella eran hijos ilegítimos de padres también ilegítimos.

La superstición pasó de Egipto a Grecia. La creencia se propagó a Roma, siendo los egipcios quienes por primera vez recomendaron el ajo como defensa contra el vampiro, debido a su fuerte olor. En todo caso el ajo ya se empleaba desde antaño como un poderoso agente de curación en infinidad de males y dolencias, además del hecho de que se encuentre en casi todas las partes del mundo, lo que puede explicar que culturas separadas físicamente coincidan en su utilización.

La población atribuía al ajo cualidades medicinales por su utilidad contra las enfermedades, y todo cuanto protegía contra las enfermedades era considerado magia blanca, por lo que el ajo era también un remedio adecuado contra el poder de las tinieblas. De hecho, Homero ya explica que el dios Hermes aconsejó el ajo a Ulises para anular los encantamientos de Circe.

Existe también una explicación lógica para el extendido empleo del ajo para ahuyentar a los vampiros. La peste era transportada muchas veces por las moscas, y se observó que ciertas granjas no la padecían si colgaban ajos. No se trataba de magia; los dientes de ajo exudan gotas de jumedad que las moscas detestan. El ajo, ingerido por el hombre, constituye también un antiséptico natural, un depurativo de la sangre. El ajo ( entre otras sustancias poderosas) ha sido usado durante mucho tiempo como un medio de repeler el mal .

La aversión a estos seres al crucifijo y al agua sagrada es un elemento tradicional del vampiro que data de la Edad Media. Según la creencia cristiana, el vampiro es una entidad demoníaca, un hijo de Satán que puede ser derrotado por la pureza que representa el dios cristiano y sus atributos. No es menos cierto que la evolución y el desarrollo del cristianismo tuvieron un efecto enorme en la evolución de la mitología vampírica.

Como señala Paul Barber en su libro Vampires, Burial and Dead ( 1988), el concepto de vampirismo claramente antecede al cristianismo, puesto que los mitos de los vampiros inician hace miles de años y han ocurrido en casi cada cultura de todo el mundo .

Dios de la muerte nepal

Lo orígenes del mito, también residen en los cultos misteriosos de las civilizaciones orientales, como el Dios de la Muerte de Nepal o el Dios del Tiempo de Mongolia. Con respecto al Señor de la Muerte nepalí, sus colmillos no eran sus únicos rasgos de vampiro, también se le representa sosteniendo una calavera llena de sangre ( aparentemente como una copa de la cual bebía) y de pie sobre una pila de esqueletos humanos. El dios parece alimentarse de la sangre y la muerte.

Pero la creencia en los seres que no mueren y vuelven aquí se remonta también al mundo romano antiguo, donde encontramos criaturas como lamia, epusa, gelo y mormo; para tal análisis se debe seguir a Grimal ( 1990): la sangre y el retorno de los muertos ya aparece en obras clásicas como en La Ilíada.

En el mundo romano clásico, el vampiro encuentra su primera identificación en figuras pertenecientes al séquito de Hécate, la reina del mundo de la espectros, la que se identifica con la luna y la brujería y ligada al mundo de las sombras. La más tétrica y diabólica de este grupo, primogénita en la escala vampírica- del que posee numerosos rasgos-, es la empusa, demonio femenino capaz de adoptar diversos aspectos; es un espectro perteneciente al mundo infernal y causa de frecuentes terrores nocturnos, se aparece especialmente a las mujeres y a los niños para asustarlos, alimentándose de carne humana.

Las empusas fueron mencionadas por Aristófanes ( 445-380 a.C.) en las ranas; pero el dato más famoso d sus actividades fue recogido por Filóstrato en su obra Vida de Apolonio de Tiana, donde relata cómo Apolonio desenmascara a la empusa de Corinto ( entre otras) cuando esta petende contraer matrimonio con el joven, inteligente y hermoso filósofo Menipo de Licia .

las empusas, con forma de asno ( pues el asno simboliza la lascivia y la crueldad), adoptaban a menudo la figura de una mujer joven y hermosa para atraer a sus víctimas. Bajo esta última apariencia, estos demonios femeninos yacían con los hombres por la noche succionando su fuerza vital y provocándoles la muerte. La empusa es, por tanto, un demonio súcubo. Este concepto llega probablemente a Grecia procedente de Palestina, donde tales demonios eran llamados Lilim ( hijas de Lilith).

En el ámbito de la cultura latina es donde la lamia encuentra su plena ubicación en el vampirismo, gracias a la obra De asino aureo ( el asno de oro) del poeta y filósofo Lucio Apuleyo de Cartago ( 125-190 d.C), donde se narran numerosas historias con fondo vampírico, como aquellas en las que se presentan las visitas nocturnas de Iamias que beben sangre.

En cualquier caso , Iamia era un genio femenino que, vagando por las tinieblas y agarrándose a las personas jóvenes en especial los niños, les sorbía la sangre hasta la última gota. El carácter seductor y vampírico de la Iamia se advierte también en el hecho de que, además de niños, sus víctimas predilectas eran jóvenes muchachos. Más tarde, cuando se añadió al mito de la sangre el elemento erótico, la Iamia se unió a la empusa, adquiriendo las mismas características de un súcubo.

Juntas yacían con los jóvenes y les succionaban la sangre mientras estaban inmersos en el sueño.

Gelo es el fantasma de una muchacha de la isla de Lesbos, el alma en pena de una muchacha muerta joven y virgen que vuelve del más allá para amenazar y raptar a los niños. Po último, Mormo, genio femenino identificado a veces con Gelo y Lamia, es como Mormólice , un ser que guardaba relación con el mundo de los muertos y de los fantasmas. Estos dos últimos genios eran usados para amenazar a los niños. Louis Ludwig Lavater incluyó a Mormo en su De Spectris ( 1575) como una de las especies vampíricas del mundo antiguo.

El término vampiro Vampire se ha convertido en una palabra universal para nombrar a esa criatura. Afirman que este término es una combinación de dos palabras de origen magiar ( húngaro): Vam, que significa » sangre» y Pir que significa » monstruo».

Los informes más numerosos e impresionantes eran originarios de los Balcanes, lo cual sin duda tiene su explicación. Los Balcanes constituían un crisol de culturas diferentes ( eslovacos, polacos, ucranianos, alemanes, rumanos, gitanos y húngaros) y, en mayor o menor grado, cada una de ellas hizo su contribución al mito.

El que la creencia en los vampiros estuviera tan difundida en Transilvania puede explicarse por el hecho de que los mongoles tibetanos, que creían en los vampiros y en un dios murciélago, influyeran sobre los mongoles europeos, entre los cuales se incluían los húngaros y la tribu de los szekler. En este contexto, es interesante que Stoker ( 1989) ponga en boca de Drácula la afirmación de que es un descendiente de los szekler.

Stoker acentuó su aspecto heroico y guerrero, dándole un árbol genealógico ilustre, los szekler, descendientes del legendario Atila. Afirma Martínez Laínez ( 2001) que los szekler era un grupo étnico que durante mucho tiempo habitó en Transilvania. Hay incluso algunas evidencias documentales de que los szekler– luego conocidos como sículos– descienden directamente de los hunos ( pueblo del que lamentablemente solo nos han llegado leyendas y referencias negativas, procedentes de crónicas bizantinas y romanas).

Pinceladas en España.

Considerando algunas curiosidades en cuanto a España, mencionaremos que en el folclore de los gitanos, los vampiros son considerados como entidades sexuales, cuyo apetito es casi insaciable. Aún hoy en día, y en España, en esta etnia pervive el mito de los mulé o muló , criaturas terriblemente violentas de la noche que sorprendentemente deambulan vestidas de blanco. El mulé – cuya etimología significa muerto- es un vampiro que nace de los hombres muertos violentamente y de los niños que nacen muertos.

Su cuerpo no tiene huesos y puede adoptar cualquier forma, incluso la de un animal o la de una vegetal ( Dragó, 2012; Palcios, 2012). Pero lo que deseamos remarcar es esa asociación tan íntima del vampiro con la sexualidad, asociación que será explícita en Drácula o en «Carmiilla», y tan común hoy en día gracias al cine.

Mediante el folclore y la literatura, se ha asumido que los vampiros precisan energía vital. Al principio de su libro, Masters( 1974) afirma que la fuerza psíquica y las ideas son la vida de la mente. Curiosamente, se sobreentiende que los vampiros chupan sangre, sin embargo, en la mayoría de las obras este hecho nunca se describe de forma explícita. Las víctimas van desfalleciendo y su vida va debilitándose, apagándose paulatinamente.

Es curioso destacar que las antiguas ideas relativas a la fisonomía del amante idealizado no difieren mucho de las marcas distintivas del vampiro. La antigua creencia presenta a estos seres eróticos caracterizados por una figura delgada, dientes blancos y bien alineados, abundante pelo, una voz, un aire una expresión todas ellas características, e incluso un olor especial.

Mientras la víctima se empequeñece y se vacía, el victimario se fortalece y la persona vampirizada no tiene fuerzas para librarse, queda a su merced en una actitud pasiva. Estas mismas sensaciones se desprenden de la lectura de » Vampiro», de índole realista , una de las escasas aproximaciones al tema vampírico en la literatura española, obra de Emilia Pardo Bazán.

La historia es resuelta de una forma vaga e inconcreta, creando en el espíritu del lector la duda de la que hablaba Todorov como definitoria de lo fantástico, al dejar sin dilucidar claramente si el viejo marido rejuvenecido y la joven esposa, que va agotándose paulatinamente hasta la muerte, ofrecen un caso de vampirismo efectivo.

En España también se ha recogido la superstición del Vampiro( Martín, 2002; Adana Reyes, 2017;) En Cataluña se conocen las leyendas vampíricas del conde Estruch, del siglo XII, relatadas por el escritor Salvador Sainz Rof en su novela Estruch, ambientada en Llers, en el Alt Empordá ( Gerona) donde se conservan las ruinas de su castillo.

En efecto, la tradición oral catalana recoge la existencia de un vampiro trescientos años antes de Vlad Tepes III, el príncipe valaco del siglo XV, en la comarca del Ampurdá. Este habría sido el conde Guifred Estruch, un noble de la corte de Berenguer IV, que se había destacado en sus escaramuzas contra los árabes de Valencia. Ya anciano, fue enviado al Pirineo para perseguir brujas y paganos, y allí, por la acción de oscuras fuerzas maléficas, se convertiría en un chupador de sangre.

Desgraciadamente, la mayor parte de la documentación histórica relativa a este caballero se perdió durante la Guerra Civil Española. El nombre de conde Estruch o Estruga ha sido llevado al cine y la novela de Salvador Sainz es toda la referencia al vampiro que ha entrado en la leyenda al vampiro que ha entrado en la leyenda mediante dos versiones, que aparecen en la tradición oral catalana.

Por un lado, una de las tradiciones nos cuenta que los hechos tuvieron lugar en 1212, cuando el enviado de Cristo en la Tierra, el inteligente y belicoso Lotario de Segni- conocido como Inocencio III- llamó a los guerreros de Europa para combatir a los infieles que, capitaneados por Alnasir Moammad ben Yakub, asolaban España.

Esta versión cree asimismo que Estruch fue un personaje venido de Alemania ya a quién el rey Pedro el Católico concedió tierras como recompensa a su valor en la luca en la batalla de Las Navas de Tolosa. Lo hizo concediéndole el castillo de Llers, población de la provincia de Gerona. Los años transcurrieron y el soldado dio muestras de su celo religioso condenando a la hoguera a varias brujas que desde la pira le maldijeron.

Nadie dudó después de la efectividad de tal maldición porque, tras su muerte, Estruch se convirtió en vampiro, sembrando de muerte la región durante varios años, hasta que, también con métodos mágicos, pudo ser definitivamente destruido. La hazaña fue obra de un mago de San Pedro de Figueres, quien mediante un sortiligio pudo eliminar al abominable ser.

El pueblo de Llers fue el escenario de la tragedia y la leyenda se entremezcló con la historia, sin perderse saber dónde acaba aquella y comienza esta.

Existe una segunda versión fechada en el año 1173, época del rey Alfonso II el Casto. Este se enfrentaba a problemas de normalización religiosa en su territorio: temía que los seguidores del paganismo, aún comunes entre las gentes que vivían en el Pirineo, pudiesen cooperar con los musulmanes del sur para derrotar a los señores cristianos.

En colaboración con el obispo de Barcelona, Guillem Torroja, pidió al conde Guifred Estruch que lanzase una campaña de persecución de pobladores no cristianos en la comarca del Ampurdán, para lo que le cedió el castillo de Llers. Guifred Estruch estaba muy bien considerado en la Corte de Barcelona desde los tiempos de Ramón Berenguer IV, pues había colaborado decisivamente en la toma de Tortosa en 1148, y de Lérida y Fraga en 1149.

La tradición del capitán de su ejército Benach que le envenenó por despecho de Nuria, la hija de Estruch, fue a su vez continuada por el asesinato de varias personas acusadas de brujería. La documentación histórica sobre las andanzas del conde Estruch, como podemos ver, brilla por su ausencia, y ni siquiera es posible saber si fue el héroe de las Navas de Tolosa o el vencedor de Tortosa… y hay cincuenta años de diferencia entre los dos sucesos.

Y es que Llers fue completamente destruido durante la Guerra Civil; todas las referencias desaparecieron. Sólo ha quedado la tradición oral, que nos habla de vampiros y figuras demoníacas deamblando por la sierra de Mas Carrera durante varios siglos, incluso hasta la actualidad.

También destacamos las del señor de Pratdip, un pueblo situado cerca de Tivissa, Baix Camp ( Taragona), datadas en el siglo XIII. La leyenda del caballero Onofre de Dip ha sido relatada por el escritor Joan Perucho en Les históries naturals (1960). En Pratdip se creía en la existencia de los dips, seres extraños semejantes a perros- con la particularidad de tener una pata más corta que las demás- que vivían en los bosques cercanos y que durante la noche solían recorrer el pueblo, alimentándose de sangre.

No podemos dejar de mencionar la leyenda que hace referencia al ser conocido como ugarés, cuya leyenda se desarrolla sobre el castillo de Estella, en Amer, en la comarca de la Garrotxa, cerca de Olot. En esa población, además del castillo ( del que solo quedan piedras) existe una masía con torreón, que aún se aguanta en pie.

En Galicia existe la creencia en las brujas chupadoras de sangre, conocidas como las meigas xuxonas, versión femenina del vampiro, que también se recoge en la brujería vasca ( Candón y Bonnet, 1997). Según el imaginario popular gallego, la xuxona es una bruja que chupa la sangre de los niós y les provoca anemia y raquitismo.

En la zona geográfica comprendida entre Cantabria, Asturias y León, encontramos las guaxas, unas viejas llenas de verrugas, canosas, sucias, bizcas, cojas, que tienen un solo diente negro y larguísimo para abrir las venas a los niños y chuparles la sangre hasta matarlos; en la zona específica de Cantabria se las conoce con el nombre de sacauntos.

Singularmente, en la zona de los Pirineos se daba el nombre de brucolacos a los ajusticiados injustamente mediante la horca, que abandonaban sus tumbas durante las noches para chupar la sangre a sus verdugos o a los que participaron en su ahorcamiento, sin detener este ataque hasta que les habían arrebatado la vida.

Los habitantes necesitaban una forma de explicar estas calamidades que les redeaban, representadas por la muerte y el sufrimiento. Lo hacen mediante la imagen del vampiro. Por tanto, puesto que el vampiro es considerado como la causa de sus problemas, es temido y se asocia con la ansiedad.

Al ver que ciertos individuos se iban debilitando sin causa aparente e iban encanijándose día a día como si perdiesen la sangre, se hizo necesario encontrar una causa de este fenómeno y se imaginaron ciertos demonios o espíritus maléficos que chupan la sangre de sus víctimas siendo este el origen de la creencia en los vampiros.

Conclusión

¿ De dónde venía tanto miedo a los seres que chupan la sangre? De la sagrada consideración de la sangre como creadora de la vida, incluso de la vida eterna: la sangre dl dios Bel, creador del mundo en la mitología en la antigua Babilonia, la sangre de Cristo en el ritual cristiano. Incluso el consumo del vino adquiría el valor metafórico de la sangre bebida.

Recordemos que a lo largo de la historia, se le han achacado a la sangre poderes sobrenaturales. Anne Rice nos recuerda en The Queen of the Damned que la sangre representa todas las cosas sensuales que cualquier criatura pueda desear.

Por tanto, hay también otro factor psicológico que no conviene olvidar, pues es esencial tenerlo en cuenta para entender toda la carga simbólica, tanto del vampiro del folclore como del de la literatura; nos referimos al fondo cristiano que da forma y significado a la creencia.

Como una grotesca imitación de la doctrina de Cristo que promete la inmortalidad a aquel que coma su carne y beba su sangre, el vampiro hace la misma promesa, mas dice «No» a Dios, rebelándose. En lugar de la promesa cristiana del cielo, el vampiro promete una vida eterna, condenada, pero donde se cumple el viejo sueño humano de conservar la carne incorrupta.

La rebelión del vampiro es la rebelión de Satanás, con toda su carga de pecado y energía desbordante. De ahí que prendiera tan fácilmente en la superstición popular, sobre todo en momentos históricos particularmente exacerbados, y también es comprensible que viniera, años más tarde, como anillo al dedo a todos los sueños satánicos de la poesía maldita.

Gracias a todo lo anterior, el vampiro se ha convertido en el monstruo más atrayente de todo el panteón de los seres sobrenaturales. Podemos preguntarnos por qué es un monstruo que absorbe toda la fascinación y el horror que nos inspira la sangre, la oscuridad y la muerte; por qué ha tenido tanto éxito al infiltrarse en nuestra imaginación si presuntamente no creemos en él.

Fuente: Francisco Javier Sánchez ( National Distance Education University)

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